Subido el 18 de may a las 22:21 hrs
El suicidio es un problema social que aumenta de manera de manera alarmante a nivel mundial, en los últimos 45 años la tasa de suicidios se elevó en un 60%. Se estima que por cada 10 intentos hay un suicidio consumado y que aproximadamente un millón de personas se suicida por año (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2016). Aunque en México, la tasa es menor (5 por cada 100 mil; Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2015), el suicidio es una de las cinco principales causas de muerte en la población joven del país. Dentro de esta población, el 78.2% de los suicidios es cometido por jóvenes de entre 15 y 19 años, mientras que el 21.5% por menores de 10 a 14 años (Sánchez, Serrano & Márquez, 2015). En este contexto, Nuevo León se encuentra dentro de las entidades del país con mayor tasa de suicidio juvenil. Si bien el suicidio consumado prevalece en la población masculina, en las tres últimas décadas se ha encontrado un aumento en el comportamiento suicida (ideación e intento) en la población femenina. La generalización de estas conductas hace necesario identificar sus manifestaciones y factores de riesgo a fin de predecir y prevenir el suicidio (Vázquez, Piña, González, Jiménez & Mondragón, 2015). En este estudio instrumental se propone medir el potencial suicida en población infanto-juvenil definido a partir de las conceptualizaciones de Guevara y Esteves (2012) como la serie de aspectos que combinados pueden llevar a una persona a una progresión que podrá culminar en un suicidio consumado. Es común la presencia de desesperanza e ideación suicida y morbilidad psiquiátrica afectiva con niveles de intensidad de depresión moderados y graves.
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